Samuel Núñez nació en 1953 en La Serena. Se educó en el Barrio
Capuchinos, Alfredo Muñoz con Cisterna, que existió hasta el terremoto de los
años 60. Es allí que conoce la poesía, compartiendo, peleando y dialogando con
personajes de barrio. Discípulo en su juventud de una época de long plays,
revistas de música y radios de onda corta. Inspirado por el rock anglo y las bandas chilenas pre dictadura, comienza
escribir poemas para ser cantados. En 1984 funda con poetas locales la revista
de arte y poesía Añañuca, que circula de mano en mano en distintas peñas y
recitales poéticos. Añañuca se convierte en la revista de La Serena por
antonomasia, publicando sin excluir, a poetas y escritores, a músicos y
dibujantes. Este formato es la oportunidad de los que nunca participaron en un
taller literario y no podían publicar sus primeros textos. Mantiene correspondencia
con exiliados de la dictadura rescatando sus escritos, y a su vez, difundiendo
el trabajo de poetas del Elqui por América y Europa. La primera lectura en
sociedad de Núñez fue en la “república independiente de Las Compañías”, junto
al poeta chileno, que venía llegando de Canadá, Gonzalo Millán. Publica sus primeros plaquettes: Contramanifestación a los 17 años y Entre dos tiempos, mostrando el poema
breve y directo, cantando a la juventud que no pertenecía a un partido y que no
se sometía a toques de queda. En el retorno a la democracia, las
manifestaciones se terminan, muchas personas desertan de escribir y revistas culturales
dejan de moverse, es por eso que Núñez declara: “Escribir para mí no se trataba
de hacerlo dentro de una dictadura nada más, había que ir mucho más allá, sin
obviar la catástrofe”. Muchos poetas bajan la pluma pero nuevas revistas
literarias, más atrevidas, reconocen la trayectoria de Añañuca, y es junto al
director de Musaraña, Gonzalo Hernández, que publica su primer libro: Perdido en un mundo perdido (San
Pedrito, 2008). Pero aparte de la impresión de este libro, varias autoediciones
de su trabajo demuestran la constancia del poeta por publicar. Los temas de su
poesía rodean las calles de nuestra urbe; habla de los lectores de kiosco, de
los perros domésticos, de las autoridades de turno, del trabajo de mínimo
sueldo, de los viajes en micro, de la borrachera melancólica, de los vagabundos
de feria, de los melómanos callejeros. Es un poeta que contempla la naturaleza;
los jardines de las poblaciones, las madrugadas de provincia, acercándose a la
invención de un haiku más urbano. Rebelde frente a las religiones, a la figura
de Dios y Jesús, siendo un serenense que estudió en un colegio católico. Samuel
Núñez no utiliza las metáforas, o las aliteraciones, o las enumeraciones o la
rima, como una fórmula de escritorio, sino su trabajo es intuitivo, como el
jazz o el grafiti. Es un poeta que escribe al amor, pero a la contra; peleando con
su mujer y escribiendo poemas indecentes. Los lectores más puristas siempre
odian sus versos más eróticos, creen que el poeta tiene que asumir una
identidad; la rutina y no la ruptura. Su trabajo poético de casi treinta años se
reúne el 2014 en la antología De Bares y
Vagones, encuadernada por taller Me Pego un Tiro y evidencia sólo parte del
trabajo en vida del poeta, ya que la vergonzosa justicia del escritor en Chile
llega con la muerte. Es por eso que antes de su cita con la morgue literaria,
dejo ante ustedes al poeta Samuel Núñez.
Publicado el 30 de Enero del 2015 en el
periódico Invisible
Lanzamiento del libro De Bares y Vagones el viernes 10 de Octubre del 2014