miércoles, 3 de junio de 2015

Representación del poeta Samuel Núñez en la feria del libro de La Serena

   Samuel Núñez nació en 1953 en La Serena. Se educó en el Barrio Capuchinos, Alfredo Muñoz con Cisterna, que existió hasta el terremoto de los años 60. Es allí que conoce la poesía, compartiendo, peleando y dialogando con personajes de barrio. Discípulo en su juventud de una época de long plays, revistas de música  y  radios de onda corta. Inspirado por el rock anglo  y las bandas chilenas pre dictadura, comienza escribir poemas para ser cantados. En 1984 funda con poetas locales la revista de arte y poesía Añañuca, que circula de mano en mano en distintas peñas y recitales poéticos. Añañuca se convierte en la revista de La Serena por antonomasia, publicando sin excluir, a poetas y escritores, a músicos y dibujantes. Este formato es la oportunidad de los que nunca participaron en un taller literario y no podían publicar sus primeros textos. Mantiene correspondencia con exiliados de la dictadura rescatando sus escritos, y a su vez, difundiendo el trabajo de poetas del Elqui por América y Europa. La primera lectura en sociedad de Núñez fue en la “república independiente de Las Compañías”, junto al poeta chileno, que venía llegando de Canadá, Gonzalo Millán.  Publica sus primeros plaquettes: Contramanifestación a los 17 años y Entre dos tiempos, mostrando el poema breve y directo, cantando a la juventud que no pertenecía a un partido y que no se sometía a toques de queda. En el retorno a la democracia, las manifestaciones se terminan, muchas personas desertan de escribir y revistas culturales dejan de moverse, es por eso que Núñez declara: “Escribir para mí no se trataba de hacerlo dentro de una dictadura nada más, había que ir mucho más allá, sin obviar la catástrofe”. Muchos poetas bajan la pluma pero nuevas revistas literarias, más atrevidas, reconocen la trayectoria de Añañuca, y es junto al director de Musaraña, Gonzalo Hernández, que publica su primer libro: Perdido en un mundo perdido (San Pedrito, 2008). Pero aparte de la impresión de este libro, varias autoediciones de su trabajo demuestran la constancia del poeta por publicar. Los temas de su poesía rodean las calles de nuestra urbe; habla de los lectores de kiosco, de los perros domésticos, de las autoridades de turno, del trabajo de mínimo sueldo, de los viajes en micro, de la borrachera melancólica, de los vagabundos de feria, de los melómanos callejeros. Es un poeta que contempla la naturaleza; los jardines de las poblaciones, las madrugadas de provincia, acercándose a la invención de un haiku más urbano. Rebelde frente a las religiones, a la figura de Dios y Jesús, siendo un serenense que estudió en un colegio católico. Samuel Núñez no utiliza las metáforas, o las aliteraciones, o las enumeraciones o la rima, como una fórmula de escritorio, sino su trabajo es intuitivo, como el jazz o el grafiti. Es un poeta que escribe al amor, pero a la contra; peleando con su mujer y escribiendo poemas indecentes. Los lectores más puristas siempre odian sus versos más eróticos, creen que el poeta tiene que asumir una identidad; la rutina y no la ruptura. Su trabajo poético de casi treinta años se reúne el 2014 en la antología De Bares y Vagones, encuadernada por taller Me Pego un Tiro y evidencia sólo parte del trabajo en vida del poeta, ya que la vergonzosa justicia del escritor en Chile llega con la muerte. Es por eso que antes de su cita con la morgue literaria, dejo ante ustedes al poeta Samuel Núñez.

 Publicado el 30 de Enero del 2015 en el periódico Invisible

Lanzamiento del libro De Bares y Vagones el viernes 10 de Octubre del 2014

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